El siglo XXI se ve marcado por la consecución de una sociedad hiperconectada, en la que el desarrollo de los dispositivos móviles, servicios y plataformas digitales, han ocasionado el incremento de información y los procesos comunicativos sin la necesidad de estar en tiempo real o de manera directa (cara a cara). Este fenómeno ha impactado significativamente en la cotidianidad de cualquier sociedad a las que nos refiramos y, en el caso de las juventudes no es la excepción.
Las y los jóvenes han encontrado en las redes sociales (Facebook, Instagram, WhatsApp, etc.) nuevas formas de socialización y participación, en las cuales construyen y comparten un conjunto de códigos, símbolos y significados para comunicarse entre sí y con su entorno. En este aspecto, dentro del ámbito digital emergen los memes como una unidad de transmisión cultural, que las juventudes han entendido y usado para comunicar ideas, sentimientos y experiencias de manera creativa, innovadora, atractiva, humorística y de largo alcance e impacto por el nivel de viralización que pueden lograr estos de manera casi instantánea.
Esto implica reconocer a los memes como una manera de participación emergente y potencial que las juventudes han apropiado y significado para sí mismo y en colectividad, lo que demuestra que quienes apuntan a estos como sujetos pasivos y con escaso interés de participar en lo social incurran en un error. Claro que las y los jóvenes participan, pero en aquello que responde a sus intereses, aspiraciones y dinámicas sociales, lo cual coloca el punto nodal de la reflexión ¿cómo construimos y mejoramos los niveles de participación ciudadana juvenil ante un preponderante desapego con las instituciones de gobierno desde el uso de memes?
Con este cuestionamiento, no pretendo referir a un divorcio homogéneo entre las juventudes y lo gubernamental, pero si es de mi interés sumar esfuerzos en la reflexión dirigida a acercar y aprovechar el conjunto de elementos digitales, jurídicos e institucionales para gestar un cambio social desde y con las juventudes.
Por tanto, articular la ciudadanía juvenil con la utilización de memes como medio de formación, representa un área de oportunidad importante en la aprehensión de saberes, mecanismos y herramientas disponibles para el pleno ejercicio de los derechos que esta conlleva, no solo a quienes ya cuentan con el estatus de ciudadano, sino también a aquellos que están en vías de serlo.
Estructurar, definir y reconfigurar el significado de una imagen (símbolo) junto a una narrativa que responda e impacte a una realidad, necesidad o problema social, será clave en coadyuvar y modificar de manera favorable los procesos de interacción, interpretación y actuación entre las juventudes con los gobernantes y sus instituciones, en razón de que ese breve mensaje (meme) puede establecer un detonante para construir interés, identidad, apego y praxis a la esfera ciudadana.
Evidentemente esto no es una tarea sencilla, pues implica conocer y desenvolverse dentro de las dinámicas juveniles con objeto de identificar los puntos de rupturas que promuevan la producción y distribución de memes con un enfoque social.
En definitiva, el uso de memes como medio para fortalecer y promocionar la ciudadanía juvenil, permite desencadenar procesos de sensibilización y concientización dirigidos a las y los jóvenes, a fin de que se perciban como agentes de cambio y se corresponsabilicen en los asuntos públicos. Por lo cual, invito a las diversas instituciones a entender, mirar y retomar a los memes como un medio y herramienta para la consecución del cambio social y a las juventudes en interesarse y acercarse en construir y reconstruir la realidad en la que no solo necesitan sino desean vivir.
