Opinión

La carrera por la vacuna para el COVID-19 también es un tema político

Por Ana Isela Hernández Severiano.

Hace unos días nos enteramos que Rusia oficialmente se había convertido en la primera nación en registrar una vacuna contra el COVID-19, en medio de un sin fin de información acerca de pruebas, prototipos, laboratorios, empresas y acuerdos internacionales que están involucrados en diversos lugares del planeta en encontrar una solución a esta crisis sanitaria que ha eclipsado el 2020 y ha transformado al mundo entero.

Las críticas de occidente se han hecho presentes al señalar que Rusia no ha cumplido con todas las etapas de prueba de la vacuna, desarrollada por el Instituto Gamaleya con sede en Moscú, que son pertinentes según los estatutos de la Organización Mundial de la Salud, y que tampoco ha presentado evidencia científica del proceso de producción de la misma. No es sorprendente que el Kremlin no se adapte a la medida del mundo regido por Naciones Unidas, pues nunca ha sido partidario en un 100% de un sistema internacional liberal, menos considerando su intensa rivalidad histórica con Estados Unidos.

La pandemia por COVID-19 ha sacudido a los países sin excepción, sobre todo aquellos con alta densidad poblacional; EEUU es el primero en esa lista, pero Europa y la Federación Rusa también han encontrado efectos catastróficos. En medio de esta dinámica acelerada y desesperada por frenar los contagios y las muertes, la responsabilidad nacional de los líderes mundiales está en tela de juicio, sin embargo, entra también un juego de política internacional muy importante considerando el contexto.

Para las potencias es bastante claro que el primero en conseguir una vacuna eficiente para este tipo de coronavirus conseguirá también una capacidad enorme de influencia y poder en el sistema internacional. Aún cuando se trate de un elemento que debe entrar en la categoría de bienes comunes mundiales, el responsable de la primera patente tendrá indudablemente el control de países menos desarrollados que evidentemente no cuentan con la tecnología para obtener por sí mismos una herramienta similar y a la brevedad, sin olvidar que hasta los países con un alto nivel en la calidad de vida tienen urgencia en encontrarla.

En este juego de supremacía los enemigos de EEUU suben al escenario como importante competencia. China se encuentra avanzando cada vez más rápido en sus pruebas clínicas, y Rusia oficialmente registró la Sputnik V, nombre que nos recuerda un poco al 4 de octubre de 1957, cuando en plena Guerra Fría la Unión Soviética lanzó el Sputnik I, abanderando al país en términos de poder político con el hecho de que fue el primer satélite artificial de la historia. La Guerra Fría oficialmente terminó, pero la situación no es muy distinta, Rusia, sobre todo con Vladímir Putin a cargo, ha mantenido esas aspiraciones a lo largo de los años.

Estamos hablando de que se encuentra en juego la supremacía política rusa, el fortalecimiento de su papel y presencia en diversos organismos internacionales, un mayor peso en sus posturas sobre diversos temas a nivel mundial, el ingreso masivo de recursos que fortalecerán su economía en caso de comerciar, y cuestiones de “dominación” en caso de compartir la vacuna a través de un ejercicio de Cooperación Internacional para el Desarrollo, aumentando las relaciones de dependencia.

Es de esperarse que Rusia pretenda ampliar su esfera de influencia a través de esta vacuna por todo lo anterior, y para EEUU y la Unión Europea es imperante frenar ese avance y evitar a toda costa el fortalecimiento de alianzas de distintos país con el gobierno de Putin, así como afianzar las propias y mantener la banderas de líderes mundiales. Países como México han trabajado en el lobby necesario para ser de los primeros en conseguir una vacuna cuando esta entre en escena. Entre México y EEUU ya se realizaron las charlas al respecto y recientemente se anunció que los mexicanos trabajarían en conjunto con Argentina, bajo la bendición de la Fundación Slim en términos financieros, para la producción de otra vacuna, sin embargo, recientemente Andrés Manuel López Obrador declaró que en caso de ser efectiva, sin duda México participaría de la utilización de la Sputnik V, incluso que el mismo presidente la usaría.

Lo cierto es que la respuesta a todas las incógnitas anteriores se obtendrá una vez que los gobiernos mundiales comprueben la eficiencia de la vacuna rusa, sólo así podremos medir el alcance de la misma y de la influencia de Moscú en los próximos escenarios mundiales. La vacuna fue probada en 38 personas además del director del Centro Gamaleya, Alexandr Guíntsburg, y al parecer una hija del presidente Putin, y para la última fase de pruebas posteriores al registro se espera la participación de decenas de miles de personas en los próximos meses. Moscú ha declarado que existe una gran cantidad de países interesados en obtener la Sputnik V.

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