El manejo adecuado de los residuos como mecanismo para reducir la propagación de Covid-19
Mtra. Cynthia Selene Leal Antúnez
En el último año en nuestro país se han priorizado reformas al manejo de residuos, específicamente en relación a la reducción del consumo de plásticos de un solo uso; así como el impulso a políticas públicas para el reciclaje, que aunque en la mayoría de los casos han resultado insuficientes, han dado cada vez mayor oportunidad a la sociedad civil para involucrarse. Sin embargo, los efectos de la pandemia COVID- 19 cambiaron los intereses públicos y colocaron el tema de los residuos en los últimos lugares de la lista de prioridades.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el COVID- 19 se propaga por gotículas que salen de la nariz o boca de una persona infectada al momento de hablar, toser o estornudar. Éstas salen suspendidas en el aire hasta inhalarse directamente o caer en una superficie; de manera que una persona puede contagiarse al momento de tocarla y llevarse las manos a ojos, nariz o boca. Diversos estudios respaldados por la OMS han indicado una durabilidad aproximada del virus en distintos tipos de materiales, tales como: plástico o acero inoxidable que tarda menos de 72 horas, en superficies de cartón 24 horas y en cobre menos de 4 horas.
La inquietud surge principalmente en el manejo de los siguientes: Los Residuos Peligrosos Biológico Infecciosos (RPBI), aquellos generados durante una atención médica que contienen agentes biológico infecciosos, pudiendo causar efectos nocivos en la salud y al ambiente; y los Residuos Sólidos Urbanos (RSU), generados en casa habitación derivados de actividades domésticas, de productos que se consumen y de sus envases, embalajes o empaques, los provenientes de establecimientos o en la vía pública y los que resultan de la limpieza de vías y lugares públicos.
Para el caso de los RPBI, son responsabilidad de las instituciones hospitalarias y de las empresas especializadas. Por lo que resulta prioritario analizar el número de empresas autorizadas para su recolección y confinamiento, así como sus instalaciones, capacidad de almacenamiento, protocolos, operatividad y llevar a cabo constantes monitoreos. Todo esto a fin de saber si se cuenta con la capacidad suficiente; de lo contrario, se deberá tomar medidas emergentes y así evitar los riesgos que implicaría un mal manejo durante la pandemia. Tal es el caso de lo ocurrido en distintos estados, en particular el estado y el municipio de Puebla, que han sido escenario de malos almacenamientos, en los que ha puesto en riesgo a los trabajadores de dichas empresas e incluso, a los habitantes cercanos a las zonas.
En cuanto a los RSU, nos podemos remitir a lo establecido en la Cartilla de Mejores Prácticas para la Prevención del COVID -19, en el Manejo de los RSU. La cual fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el pasado 8 de abril. Ésta va dirigida al sector público en sus tres niveles de gobierno, así como a la población en general y clasifica los residuos en dos: Residuos normales y residuos COVID- 19. Los primeros, como aquellos generados en casas y organizaciones hospitalarias con residentes sin contagio aparente. Mientas que los segundos, corresponde a un hogar u organización no hospitalaria donde resida una o más personas contagiadas, así como todos los RSU generados por aeropuertos y terminales de pasajeros, marítimas o terrestres.
El documento se divide en siete cartillas que explican las prácticas de prevención, recolección, transferencia y disposición final de los residuos. En las que sobresalen las medidas de protección al personal formal e informal, brindándoles equipo reemplazable diariamente y bajo un proceso de desinfección del equipo de trabajo.
Para efecto de los residuos valorizables, se recomienda desinfectarlos y mantenerlos en una cuarentena mínima de cinco días antes de la entrega a cualquier centro de acopio, exceptuando a las plantas de separación de carácter público, pues de acuerdo con la cartilla, éstos debieron de permanecer cerradas hasta en tanto se tomaran las medidas necesarias para evitar focos de infección. En relación a la colocación de la bolsa de residuos mixtos en la vía pública, se insiste en la recomendación de rociarla con solución clorada o desinfectante, por dentro y por fuera. En caso de ser residuos de persona contagiada, se recomienda tenerlo separados del resto y colocar todos los residuos en una bolsa cerrada y a su vez ésta dentro de otra bolsa, con señalética de ser residuos COVID. Siendo responsabilidad de los Ayuntamientos atender un sistema de recolección especial para la recolección de estos residuos.
Por otra parte, la nueva normalidad resulta contradictoria con los logros previos a la pandemia, pero sobre todo a los estudios respaldados por la OMS. Por ejemplo, en el sector restaurantero promueve el uso de mantelería desechable, cartas o menús de un solo uso; retirar aceiteros, servilleteros, azúcar, vinagre, pimienta, sal, etc., para colocarlos en bolsas o contenedores de un solo uso para minimizar la propagación del virus. Cabe aclarar que los plásticos no son malos y no se pretender decir que no deberían de existir, menos si se trata de priorizar la protección de la salud, pero la realidad es que los plásticos antes descritos no están exentos de albergar el virus.
Al día de hoy persiste incertidumbre sobre la causa exacta de los contagios, así como la posibilidad de contraer el virus y ser portadores asintomáticos del mismo. Nos preocupamos por usar cubreboca y careta, así como desinfectar superficies; pero no le damos prioridad a difundir la importancia del manejo adecuado de los residuos. Por ello los RSU en su totalidad deben manejarse con precaución tanto por los generadores como por las autoridades competentes. Así que consideren la siguiente pregunta ¿Es exagerado pensar que tratamos de protegernos de las gotículas y de las superficies pero no de lo que pasa por nuestras manos y queda almacenado en hogares, establecimientos y vía pública?