Cuando estudiaba la preparatoria, recuerdo que un profesor me hizo el siguiente comentario: “Eres una mujer feminista”, automáticamente yo lo refuté y rechacé el comentario, él lo había expresado como un cumplido, pero yo, ignorante e ingenua con 16 años, no pude hacer más que percibirlo como una calificación negativa e incluso ofensiva. Él sólo río y me dijo que, aunque no lo entendiera, yo lo era.
Han pasado muchos años desde ese entonces y ahora, a pocos meses de cumplir 24 años, entiendo a qué se refería. Entiendo que ser feminista va más allá de lo que el amarillismo y la manipulación mediática han representado en los últimos años: algo negativo, sucio, incómodo a la vista y repudiado.
Tenemos la famosa imagen de un orco (aquel personaje con características de ogro en el Señor de los anillos) con el cabello pintado de morado, muchos piercings y los respectivos pañuelos morado y verde. Así se representa al movimiento feminista en la actualidad. Sería hipócrita de mi parte negar que en algún momento de mi adolescencia también me reí de aquellos chistes, también juzgué a otra mujer por cuanto novios había tenido, también creí que tenía la autoridad moral suficiente para decirle a una mujer que hacer con su embarazo, entre otras ideas nocivas y sin sentido.
Lo interesante fue, cuando por un momento, decidí cuestionar todo este sistema de creencias y le di una oportunidad a algo que creí era malo: el feminismo. Entonces descubrí que yo, (sin saberlo) comulgaba con muchos preceptos de esta corriente: que una mujer no debe casarse por obligación o imposición social, que no existen trabajos para hombres o trabajos para mujeres, que los hombres no están obligados a ser seres estoicos para complacer una hombría que también les es nociva a ellos, y que de no ser por el feminismo yo no hubiera tenido la oportunidad de estudiar una carrera universitaria y menos estar escribiendo este artículo, expresando mis ideas libremente el día de hoy.
Entonces, ¿cuál es la respuesta a la pregunta planteada que nos inició en esta lectura?, intentemos responderla de la manera más clara posible: el feminismo es simple y sencillamente, querer para todas las mujeres y niñas, la oportunidad de tener una vida digna, y no hay manera no obvia de explicar el porqué eso no debería darle miedo a nadie. Al menos que, en el hecho de negar este precepto encontremos una molestia u oposición, entonces, eso sí que debería darnos miedo. Lamentablemente porque no se queda en un planteamiento o hipótesis, sino porque es algo que sucede, si no lo fuera, no morirían 10 mujeres todos los días en nuestro país.
Existe un mar de conocimiento en todas las vertientes de este movimiento y sus ramas, y es importante informarse sobre el mismo antes de juzgar o negar cualquiera de sus ideas. Entrar en el mundo del feminismo y la sororidad no es tan mágico y agradable como muchas veces se nos plantea, esto constituye un proceso de deconstrucción en el cual nos percatamos de muchas conductas misóginas que hemos perpetuado y reproducido no sólo en nuestra persona e individualmente, sino con los demás y acompañadas de una idea de superioridad por hacer lo que como mujeres se espera de nosotras.
Ser feminista en ningún momento significa odiar a los hombres, pero esta mala concepción es producto de repetir y aceptar juicios sin cuestionarlos en ningún momento. De hecho, el enemigo (si es que así lo podemos representar) del feminismo, es el machismo, que muchas veces también se encuentra encarnado en mujeres y que en gran medida también afecta a los hombres.
Entonces entiendo que siempre he sido una feminista, y que rechazaba esa adjetivación porque simplemente la desconocía. Ahora que la entiendo y que la he estudiado puedo comprender que muchas mujeres también lo son y tampoco lo saben: mi madre que decidió pagar por sí misma su carrera universitaria, mi amiga que emprendió un negocio desde cero, mi conocida que decidió ejercer su maternidad a los 18 años sin repetir conductas violentas con sus hijos y también mi sobrina de 9 años que quiere participar en las olimpiadas de matemáticas, aunque le hayan dicho que no es lo suficientemente inteligente para las ciencias. Siendo así ¿Por qué debería darnos miedo brindarle a las mujeres la oportunidad de vivir su vida bajo sus condiciones?