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Tesis de comunicadores tijuanenses: periodistas, fichas descartables de una narcoestrategia

Por la forma en que ocurrieron las muertes de Lourdes Maldonado y Margarito Martínez, por los temas periodísticos que cubrían y el entorno de ambos, una de las líneas de investigación de la Fiscalía de Baja California es la pretensión de desestabilizar al estado.

Dos asesinatos de comunicadores acaban de cimbrar Tijuana. La periodista Lourdes Maldonado y el fotorreportero Margarito Martínez fueron las víctimas y sus ejecuciones detonaron protestas gremiales en todo el país. Pero el sentir generalizado en la ciudad fronteriza es que los crímenes no se cometieron por la actividad desarrollada por ambos, sino como una estrategia del crimen organizado para desestabilizar al estado y, en consecuencia, al país, tesis que el fiscal bajacaliforniano apuntala en entrevista.

“A él (Margarito), lo estaban cazando, lo estaban cazando; quién, no sé; por qué, lo ignoro. Yo no puedo decir nada más, solamente que lo estaban cazando… el único instante, microsegundo que abrió la puerta y se agachó para dejar su material, ¡pum!, le dan el balazo en la cabeza. Si eso no es planeado, si eso no es cazado con zeta, entonces no sé cómo le llamaría usted”.

Así describió la periodista Lourdes Maldonado, en su programa “Brebaje” del portal “Sintoniza Sin Censura”, transmitido el pasado martes 18, el asesinato del fotoperiodista Margarito Martínez Esquivel, ocurrido un día antes en esta ciudad.

Cinco días después Maldonado fue asesinada en circunstancias similares: afuera de su casa, en el interior de su auto y con disparos certeros.

La muerte de la periodista duranguense, asentada en Tijuana desde 1989, fue la gota de indignación que colmó al gremio periodístico. A cinco horas del deceso, la organización para movilizarse en decenas de ciudades ya estaba en marcha.

A Margarito Martínez Esquivel le dieron tres disparos con un arma calibre 9 milímetros, el mediodía del lunes 17; a Lourdes Maldonado la mataron de un disparo que salió de una escuadra Glock, calibre .45, la tarde-noche del domingo 23. En el caso de Margarito, el arma fue usada en cinco homicidios más cometidos por células del Cartel de Jalisco Nueva Generación, informaron las autoridades estatales.

Pretensión desestabilizadora

El modus operandi de los perpetradores y el modus vivendi de las víctimas son los mismos, detalla en entrevista con Proceso el fiscal general del Estado, Ricardo Iván Carpio, por lo que no descarta que ambos asesinatos estén concatenados, aunque no se tienen aún “elementos concluyentes para determinar que se trate de los mismos autores intelectuales”.

Entrevistado en la ciudad de Tijuana dos días después del asesinato de Lourdes Maldonado, Carpio plantea que, por la forma en que ocurrieron ambas muertes, por los temas periodísticos que cubrían y el entorno de ambos, una de las líneas de investigación de la Fiscalía es la pretensión de desestabilizar al estado.

En tanto, el gobierno federal decidió enviar un grupo de especialistas que apoyen en las indagatorias. El martes 25, el director del Centro Nacional de Inteligencia, el general Audomaro Martínez y el subsecretario de Seguridad Pública Ciudadana, Ricardo Mejía Berdeja, estuvieron en Tijuana y dejaron a un equipo especial que trabajará junto con el fiscal especial nombrado para el caso, Atalo Machado Yépez.

 

 

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