Recuerdo bien que a inicio de año estaba reunida con varios amigos, hablábamos de las elecciones para las Comisiones de Participación Comunitaria 2020, pues muchos de ellos estaban super interesados en participar, ya que todos llegamos a la conclusión de que, en México, las juventudes no somos representadas y que este, es nuestro momento para empezar a incidir políticamente.
¿Y por qué? Bueno, actualmente como jóvenes enfrentamos una realidad que en ocasiones se torna muy adversa, ya que nosotros representamos la tasa de desempleo más elevada, los salarios más bajos, la población que mayoritariamente labora en el sector informal y la que tiene mayor contratación por outsourcing, ocasionado así, que no tengamos seguridad social, oportunidad de ahorro, de adquirir una vivienda, pensar en nuestro retiro, independizarnos o simplemente pensar en comprar una canasta básica completa.
Además de que, las personas jóvenes somos las más afectadas por la violencia, la violencia de género y la discriminación. Lo cual, no puede ser más que la gran prueba de que la política implementada en México, en realidad no busca atender las necesidades de las juventudes mexicanas. Esto, tomando en cuenta, que de acuerdo con el Inegi la edad promedio del mexicano es de 27 años y los jóvenes de acuerdo con el Imjuve son aquellas personas que van de los 12 a los 29 años de edad.
En este sentido, deberíamos preguntarnos qué edad tienen nuestros gobernadores, funcionarios públicos y legisladores. Solo para abonar a esta discusión mencionaré que, en el caso del Senado, sólo hay una senadora que se encuentra dentro del rango etario de lo que es el mismo gobierno entiende por joven.
Así mismo, es importante mencionar que también hay casos en donde jóvenes acceden a puestos públicos y su desempeño es honestamente deplorable, como es el caso de Guillermo Santiago, director general del Instituto Mexicano de la Juventud, quien se ha visto envuelto en una serie de polémicas relacionas con el desvió de recursos, amiguismo, falta de reglas claras para la renovación del Consejo Ciudadano de Juventud, e incumplimiento en los acuerdos laborales con las y los jóvenes formadores del Laboratorio de Habilidades.
Demostrando así, que también las instituciones que deberían velar por los intereses de las juventudes y que son precedidas por jóvenes, se dedican a hacer caso omiso de la realidad y a precarizar aún más la situación de las juventudes, aunque en el discurso intenten sustentar lo contrario.
Es por ello, que hoy más que nunca, ante un contexto en donde las juventudes no somos representadas, es que debemos alzar la voz aún más fuerte y lograr esa representación que tanta falta nos hace.