“Hemos luchado mucho para estudiar y graduarnos, pero lo irónico de todo esto es que… hoy empieza la verdadera lucha”.
Fernando Anfus
La mayoría de nosotros nos hemos enfrentado a ese tan ansiado momento en el que, con emoción, culminamos los estudios universitarios. Y es que, ese grandioso momento en nuestras vidas representa la tan esperada terminación de nuestra etapa como estudiantes y el inicio de nuestra época como profesionistas. Todos tenemos esa ilusión de encontrar el trabajo ideal, en el que podamos poner en práctica los conocimientos adquiridos, que tenga un buen horario, un buen salario. Sin embargo, lo anteriormente mencionado no sucede así, la cruda realidad a la que los recién egresados nos enfrentamos es, en primer lugar, a que existe un escaseo en el campo laboral, por consiguiente, el hecho de poder conseguir un primer empleo bien podría considerarse como un verdadero logro.
Aunado a ello, se suma la problemática de la cuestión salarial y horaria en el primer empleo y es que éste, suele ser muy mal remunerado, aunque se cuente con una educación de nivel superior y en varios casos de contar ya con un título profesional y, agreguemos a esto que el horario dista de las 8 horas diarias que establece la ley del trabajo, lo anterior sucede en la mayoría de las situaciones debido a que aquellas empresas que deciden apostarle a los recién egresados argumentan que hay nula o poca experiencia en ellos.
El anterior escenario no tiene buena pinta, pero tristemente es la dura realidad a la que miles de egresados en nuestro país nos enfrentamos al concluir nuestros estudios de educación superior y hay cifras que son prueba de ello, por poner un ejemplo, la Encuesta Nacional de Egresados realizada por el Centro de Opinión Pública de Laureate México, entre junio de 2019 y marzo de 2020, muestra que, incluso antes de la pandemia, la situación no era tan favorable para los recién egresados. Y es que, entre 2018 y 2020, el porcentaje de egresados con un empleo en el sector privado disminuyó, de 47.5% a 38.3%; el porcentaje de egresados que no cuentan con un empleo permanente, es decir, con un contrato y prestaciones de ley, creció al doble, al pasar de 15.1% a 30.2%. Por otro lado, esta misma encuesta nos arroja datos sobre la cuestión salarial, los egresados con un sueldo mensual superior a $15,000 pesos se redujeron de 39.3% en 2017 a sólo 16.4% en 2020. Mientras que los egresados con sueldos de entre $3,000 y $8,000 pesos mensuales se incrementaron al pasar de 24.9% en 2017, a 34.3% en 2020.
Estas cifras anteriormente expuestas sustentan lo ya mencionado, todo indica que el ser un recién egresado en México, si bien es motivo de orgullo por lo que representa, también es sinónimo de convertirse en un luchador que constantemente buscará superarse para poder construir el futuro que desea aun y cuando haya diversas trabas en el camino. Hoy en día lo que se aprende en las aulas de las universidades ya no es suficiente, los profesionistas debemos actualizarnos constantemente para continuar adquiriendo los conocimientos que cada profesión exige y así poder lograr tener la tan ansiada experiencia en el campo laboral.
Del mismo modo, está haciendo falta que nuestra sociedad adquiera un poco de consciencia sobre lo que esto representa. Por un lado, quienes son contratistas deben de tener en cuenta que edad no está peleado con experiencia ni con capacidad, los jóvenes han demostrado en bastantes ocasiones que son capaces de demostrar cuan talentosos son, aun y cuando las circunstancias son difíciles, ya es momento de dejar a un lado esa brecha generacional y darle también una oportunidad a tantos jóvenes que tocan puertas buscando el tan esperado, primer empleo. Pero también es necesario que nuestros representantes pongan manos a la obra y sean generadores de fuentes de trabajo dignas que permitan ser el “primer empleo” de tantos jóvenes recién egresados y que están buscando una oportunidad para poder desarrollarse en el campo laboral y generar ingresos, así como también hace falta que ellos pongan atención en mejorar la difícil situación que muchos recién egresados enfrentan, las promesas de campaña en muchas ocasiones solo se quedan en eso, en simples promesas que el viento se las lleva, y como consecuencia, muchos jóvenes al concluir nuestros estudios universitarios vivimos con la constante interrogante de, ¿Y ahora qué?.
