Después de que el pasado 23 de octubre haya tenido lugar el día del médico en México, permitirnos la reflexión de si este día hace justicia, cual monumento de reconocimiento, a la labor desempeñada, misma comparada con maestros dedicados a la educación pública de las diversas localidades o comunidades alejadas de los centros de mayor población, aún estamos en pañales de reconocer dicha labor. Tomando como comparativo las profesiones de educadores y médicos, al igual que muchas otras han acompañado a la humanidad desde sus primeros pasos posteriores a su establecimiento de mayor tiempo, a manera de primer escaño para dejar la vida nómada (aún existente pero no bajo los conceptos antiguos), quienes encuentran sus centros de trabajos en las puntas más difíciles de llegar, donde no dejan de llevar educación o salud, es menester rediseñar determinados planteamientos ¿Cómo un habitante puede tener garantizado el derecho a la salud, si las clínicas o unidades medico familiares están a más de tres horas o distancias muy grandes? Ante esto la respuesta podrá surgir, a fin de crear más instalaciones médicas; sin embargo, no solo es edificar muros sin poner cimientos adecuados dependiendo el tipo de suelo y subsuelo, ya que la falta de personal médico, insumos para hacer curaciones o revisiones básicas, medicamentos, instalaciones con servicio de agua potable, luz, drenaje, control de desperdicios biológicos, plumas, hojas y materiales administrativos esenciales en la creación de expedientes, por citar algunos, implicaría una imposibilidad directa en el cumplimiento de su labor.
Sumando a lo anterior, las situaciones vividas a causa de la pandemia –tema que será estudiado en unos diez años por las generaciones, como un tema habitual, casi algo obligado debido a las afectaciones generadas mundialmente– han puesto en relieve dos puntos, de los muchos probables, por un lado, la lucha incansable de los médicos en los diversos hospitales, unidades médicas, clínicas, etc. Personal quienes han expuesto las fallas en los suministros, despedidos en razón de compartir o hacer denuncias de ello, soportado diversos ataques por parte de la sociedad y familiares de quienes han muerto víctimas. Por el otro, de algunos pocos, quienes decidieron ponerse en una zona más segura, víctimas de la falta de materiales, tal vez, motivados en la ubicación geográfica en la que se encuentran las clínicas a su resguardo, carencia de años o la preocupación de los posibles contagios a sus familias. No solo basta con señalar la falta de vocación, en razón de no “poner de su bolsillo” para la compra de determinados medicamentos necesarios en los tratamientos a su cargo, como lo mencionado anteriormente en cuanto a carencias, difícilmente podrán desempañar su labor, sin un sueldo digno, integro, sin necesidad de hacer uso o disposición de el, para cubrir la falta de suministros.
Un derecho tan esencial como la salud o acceso a la salud, es un tema de debate, ante la necesidad de cubrir a toda la población para aliviar sus males; contrariamente a ello, el sistema mexicano depende de las aportaciones o cuotas hechas a las dos grandes instituciones de salud por los trabajadores dados de “alta” en cada uno, sujetos directa o indirectamente gracias al salario del cual gozan. Por otra parte, los diversos programas de gobiernos, federales, estatales o municipales, quienes tratan de atender esta situación para todos aquellos quienes no son derechohabientes de alguna institución de salud. La pregunta obligada implicaría hablar sobre la parte necesaria del presupuesto que debería ser destinada directamente para atender tanto a las instituciones de salud como a los programas o derivado de ellos a fin de cumplir con una cobertura nacional aunque el hablar sobre las partidas presupuestarias destinadas a estas mismas implicaría, la auditoria total de las cuentas en gastos, necesarios y los deseados así como aquel sector o sectores que deberían de ceder parte de su parte para mejorar el panorama, en otro orden de ideas, la esencia de gasto y mínimamente ingreso, pone en un punto muy sensible a la salud ante un estado forzoso de aumentar sus arcas, con esto, elegir “sabiamente” sobre los gastos a efectuar implica más allá de un color o buena vista. ¿Cuál dependencia, ente, proyecto u organismo, debería ceder parte de ese dinero en favor, única y exclusamente, de la salud o cuáles campañas de diversas enfermedades o atención especializada deberá reducir sus planes o ejecuciones?
Con todo esto, lo acontecido a nivel mundial y regional, esperemos los resultados de Chile, con su próxima nueva constitución, pueda “echar mano” de las experiencias individuales, continentales y conjuntas vividas para hacer una planeación mejor a la anteriormente tenida, además de mostrarse como un nuevo modelo o una adaptación ante las necesidades actuales, así como futuras, pues los cambios sociales emprendidos en cualquier nación de Latinoamérica, tiende a ser un precedente para las demás. Por lo cual, resultara esencial que los motivos originarios de los desacuerdos con la constitución de Pinochet, se hagan presentes ante los legisladores -quienes ocupando el cargo- y los nuevos (elegidos para esta labor) más allá de todo color.
Para concluir, antes de involucrar las cuestiones de derechos humanos o garantizas defendidas en las constituciones políticas de cada nación, es indispensable hacer el reconocimiento necesario a todos los médicos, personal de salud, residentes y practicantes, ante el papel tan crucial jugado este año. A su vez, de quienes deseen estudiar, estén o finalicen sus estudios en las diversas áreas de la salud, ya que muchas situaciones seguirán presentándose y su labor es esencial para la sociedad.
