Por: Hugo Martínez Morales
El pasado 3 de mayo se conmemoró el día internacional de la libertad de prensa, considero que es una fecha que todos debemos recordar, ya que día a día todos buscamos, conocemos ,expresamos, opinamos y compartimos ideas, es nuestro derecho, todos gozamos de la libertad de expresión, de la libertad de pensamiento.
Pero, ¿Qué es la libertad de expresión? ¿Hasta dónde puede llegar? ¿Qué pasa con la vida privada?, son varias las preguntas que encontré conforme fui informándome y sinceramente fueron pocas las respuestas que pude hallar.
Primero tratemos de conceptualizar la libertad de expresión; Como dijimos en líneas anteriores la libertad de expresión comprende el buscar, recibir y difundir información, ideas propias y de los demás, en todas sus manifestaciones (orales, escritas, arte, tecnología y cualquier otra que se nos pueda ocurrir). Desde diferentes perspectivas, la libertad de expresión juega un papel muy importante en la sociedad pues mediante la libre expresión y flujo de ideas, el cuestionar, el indagar, coincidir, disentir, se hace libre a una sociedad.
Los medios de comunicación social son fundamentales en el día a día de los individuos y más cuando se pretende una participación activa en los actos democráticos de su país, pues de estos depende brindar herramientas útiles que permitan la reflexión, y así construir ideas objetivas, creando un pluralismo informativo, evitando que las ideas sean tomadas como verdades absolutas en las cuales no quepa cuestionamiento alguno, es por eso que quienes ejercen de manera profesional la comunicación deben ser responsables, pues son ellos quienes hacen posible una mayor o menor transparencia de los actos de gobierno, el obstaculizar el libre debate de ideas a su vez se obstaculizaría el desarrollo democrático.
La ley prohíbe cualquier tipo de censura, interferencia, restricción o presión sobre la expresión y opinión que sea difundida por cualquier medio, pues de otra forma no solo sería vulnerado el derecho individual del emisor por manifestar su pensamiento, sino también seria vulnerado el derecho colectivo a recibir información, a conocer el pensamiento de otros. El Estado tiene la obligación de no cometer actos que transgredan los derechos humanos, y la labor de prevenir y sancionar, favoreciendo en todo momento a las personas la protección más amplia (principio pro homine). Aquí ya se puede apreciar una situación, un conflicto, el gobierno no solo cuida de la libertad de expresión, y este no es un derecho absoluto, cuida de todos los derechos humanos, algunos derechos se le podrían oponer a la libertad de expresión como lo es el derecho a la vida privada, el honor, la honra, ya que la ley prohíbe cualquier tipo de intolerancia y discriminación, así como toda injerencia arbitraria o abusiva sobre la vida privada, la de familiares y domicilios, pues todos tenemos derecho a tener un espacio de tranquilidad personal, a mantener reservada cierta información y controlar la difusión de esta información hacia el público, y quien se sienta vulnerado en alguno de estos derechos tiene la libertad de acudir a las instancias judiciales, la censura previa está prohibida, pero las responsabilidades civiles y penales por el abuso de este derecho no.
Por otro lado entendamos a la discriminación como cualquier distinción, exclusión, restricción o preferencia en el ámbito público o privado, que tenga como objeto o efecto anular o limitar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de uno o más derechos humanos o libertades fundamentales consagrados en nuestra Constitución y Tratados Internacionales, puede estar basada en motivos de nacionalidad , edad, sexo, orientación sexual, identidad y expresión de género, idioma, religión, identidad cultural, opiniones políticas o cualquier otra naturaleza, origen social, posición socioeconómica, nivel de educación, condición migratoria, discapacidad, característica genética, condición de salud mental o física, incluyendo infectocontagiosa, psíquica incapacitante o cualquier otra.
Justo a lado tenemos a la intolerancia, que son los actos o manifestaciones que expresan el irrespeto, rechazo o desprecio de la dignidad, características, convicciones u opiniones de los seres humanos por ser diferentes o contrarias, la intolerancia se puede manifestar como marginación, exclusión, o cualquier otro tipo de violencia.
En primer momento, el que la ley defina y nos proteja de la discriminación y la intolerancia de esta manera causa alivio, sin embargo, el que tenga una protección tan amplia podría ser peligroso, pues bastaría con que alguien se sintiera ofendido por el ejercicio de la libertad de expresión de otra persona, alegando estar siendo discriminado y fundamentado su reclamo en el principio pro homine, para que prácticamente cualquier conducta sea discriminatoria o intolerante. Particularmente en la discriminación, no se exige que se haya producido como tal, basta con la sospecha de que se pudiera producir, se pudiera generar, incluso en acciones que no parecieran tener el objetivo de violentar la vida privada o lo hicieran de manera involuntaria, pues recordemos que el Estado debe “prevenir”, debe “evitar” cualquier acto discriminatorio ¿Vieron la jiribilla?
Es complicado establecer que derecho es el que debe prevalecer, cada caso es especifico, y es labor de los juzgadores ponderar entre la libertad de expresión y la vida privada, se debe valorar el contexto social, la gravedad de la conducta, la necesidad de la sociedad de ser informada sobre lo que ofendió a la persona, el dolo con el que se actuó, el daño causado y las características de la persona cuya vida privada transgredieron, pues tratándose de servidores públicos se entiende que voluntariamente, por las características de su cargo, se someten a un escrutinio social más exigente, pues sus actividades son de interés público y aunque sus acciones estén vinculadas a su vida privada, pueden revelar asuntos que preocupen a todos, ya que afectan directa o indirectamente en la colectividad, es por ello que la sociedad tiene un legítimo interés de mantenerse informada, de conocer como está funcionando el Estado del que es parte, esto puede justificar la difusión de esta información (debatible también, pues al hacer la distinción entre una persona y otra que es servidor público también podría ser considerado discriminatorio).
Sin embargo no podemos responsabilizar solo al Estado, o a quienes ejercen el periodismo, también debemos mirar a aquel que quiera influir sobre una colectividad para que a la hora de ejercer sus derechos, como por ejemplo el voto, esté suficientemente informada y así exista una sana opinión pública, recordemos que es el Estado el encargado de garantizar todos los derechos humanos, como la libertad de expresión, y puede ser que el mismo Estado sea quien obstaculice este flujo de información, en estos tiempos cuantas veces hemos visto como los medios de comunicación son “satanizados” por el simple hecho de refutar los “datos” que nos proporcionan, por diferir en su modo de ver las cosas, son señalados de conservadores, de neoliberales, y todas las connotaciones negativas que escuchamos cada mañana, el que se le de preferencia de micrófono a quienes no cuestionan a los operadores gubernamentales, o simplemente desvíen la atención preguntando sobre el partido de los Astros contra los Nacionales, esto hace imposible un debate democrático ¿Eso podría ser una imposición? Querer controlar la circulación de información ¿Por qué querer ser el único proveedor de información verídica? ¿No se supone que los monopolios están prohibidos? Ojalá fuesen esos los únicos obstáculos para la libertad de expresión.
En 2012, Veracruz llego a ser el lugar más peligroso y letal para ejercer el periodismo en el mundo, y las explicaciones por parte de los gobiernos en las investigaciones fallidas de los crímenes contra periodistas fueron evolucionando, desde considerar a los periodistas asesinados como víctimas colaterales de las olas de violencia, los nexos con el crimen organizado, e incluso en mujeres que ejercían el periodismo, en las investigaciones sobre su desaparición prevaleció el hecho de ser esposa o amante de un “malo” que el de ser periodista, cuando era más que clara la intencionalidad de hacerles daño, de acabar con ellos. Ahí está lo que para la libertad de expresión podrían ser los obstáculos más grandes, la inseguridad, la impunidad y el miedo.
Cuantas noticias, cuantos rumores no escuchamos tan solo en la colonia en que vivimos, el secreto a voces sobre quien es el que asalta, quien es el que roba, que tal persona es cabecilla de tal ¿Qué es lo que sucede? Al final hacer una denuncia es una forma de ejercer la libertad de expresión, pero ¿Que les sucede a quienes deciden expresarse? ¿Qué sucede con los que toman el riesgo de denunciarlo? Lydia Cacho presa, Carmen Aristegui despedida, eso es lo menos grave, ¿Cuantos periodistas, activistas y familiares no han sido amenazados o asesinados? Nos informan de algunos, pero ¿Cuántos casos no son registrados? ¿Cuántos han pasado desapercibidos? ¿Cuánta gente prefiere no denunciar con tal de conservar su vida y la de sus seres queridos? ¿Como no tener miedo a hablar con semejantes represalias? ¿Qué no la Constitución y los Tratados Internacionales nos protegen? Tal vez los derechos en la realidad parecieran solo letras sobre papel, pero el saber que contamos con esos derechos visibiliza el grado de transgresión que sufrimos como humanos, evitando así su normalización, pareciera una ilusión la libertad de expresión, pues más que un día para celebrarlo, pareciera que cumple otro año luctuoso.