
Por: Yanaí Mosso | @Yana_Moss
El pasado 23 de marzo, como medida preventiva para evitar la propagación de Covid-19 en México, la Secretaría de Educación Pública puso en marcha el programa Aprende en casa, donde todos los alumnos de los niveles básicos del país continuarían sus estudios desde sus hogares para evitar retrasos en los cursos.
La realidad es que cientos de padres de familia se han quejado de lo deficiente que ha sido la educación en línea, así como profesores han manifestado lo difícil que es pasar la clase presencial a virtual, y por otro lado el estrés de los alumnos al no contar con un servicio de internet eficaz, falta de conocimiento y manejo de algunas plataformas, así como definitivamente no contar con internet en casa.
Ha pasado más de un mes trabajando bajo este sistema, entre mensajes de WhatsApp, saturación de plataformas, falta de comunicación de profesores a alumnos y viceversa, falta de coordinación en horarios, agregando la falta de señal en los canales oficiales de educación de la televisión abierta.
El reto se vuelve más grande, al darse a conocer la noticia por parte del secretario de la SEP: “Se evaluará el desempeño de los alumnos al finalizar la Jornada Nacional de Sana Distancia”, entonces me pregunto ¿Qué se va a evaluar? ¿La calidad del internet? ¿Los grupos de WhatsApp de padres de familia repletos de mensajes con fotografías de “conteste la página tal”? ¿La puntualidad de las clases?
No se le puede dejar caer toda la responsabilidad al docente, cuando los medios para comunicar no jugaron a su favor. En días pasados se hizo viral un video donde alumnos se burlan de un profesor por su falta de conocimiento de la plataforma, si esto le pasa a un maestro que no le pase a un padre de familia, digerir la tecnología es cuestión de tiempo, práctica y hasta de paciencia.
La pandemia vino a poner a prueba todos los sistemas del mundo, pero al educativo más. Hoy, que claro, la falta de estrategia y planeación por parte de la SEP en cuestión de uso y manejo de TIC’s, es más cuestión de ingenio que de dependencia, la tecnología tiene que ser vista como una herramienta de comunicación, no como un solucionador de problemas. De igual forma, el sistema educativo necesita del compromiso social de padres de familia, de docentes y de alumnos para hacer funcionar a favor la enorme maquinaria de la educación y evitar ser como el maestro ciruela, que no sabía leer y puso escuela.