Opinión

No es violencia, sino violencias contra las mujeres

Por Rodrigo Méndez.

En el marco de la conmemoración del Día internacional para la erradicación de la violencia contra las mujeres, me parece que un primer aspecto que vale la pena aclarar es que, desgraciadamente, las mujeres no solo sufren un tipo de violencia basada en su sexo, sino de diversos tipos. Tal vez las personas puedan creer que la violencia física o sexual son las que predominan y, por lo tanto, las que se deben combatir principalmente, sin embargo, también existen las violencias de naturaleza psicoemocional, económica, política y hasta estructural que las vulneran gravemente.

En este sentido, me parece que es importante celebrar los logros alcanzados en el combate a este fenómeno, pero también debemos reflexionar sobre qué nos ha fallado como sociedad y por qué, en lugar de disminuir, pareciera que las estadísticas incrementan a diario. Es decir, debemos reconocer la importancia de los instrumentos internacionales que contribuyen al combate contra estas violencias y también identificar cómo optimizar su impacto en los países de la comunidad internacional interesada.

Por un lado, en el contexto internacional existen tantos documentos sobre combate a las violencias contra la mujer que es prácticamente imposible mencionarlos a todos, pero sí considero que los dos más simbólicos son la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (1979) y la Convención de Belém do Pará (1995).

En la primera se hace énfasis en el reconocimiento internacional sobre la discriminación contra la mujer basada en su sexo y las maneras en que los países suscritos deberán actuar para eliminarla, entre la que destaca el artículo 15 donde dice que “Los Estados Partes reconocerán a la mujer la igualdad con el hombre ante la ley” (Organización de las Naciones Unidas [ONU], 1979, p. 6).

Esto último da mucho en que pensar porque la comunidad internacional tuvo que celebrar hace 41 años una convención para solicitar, por no decir forzar, a los Estados que reconocieran la igualdad entre mujeres y hombres. En esos detalles en donde nos damos cuenta de la gravedad del asunto.

En cuanto a la segunda convención, se debe señalar que fue la Organización de Estados Americanos la encargada de promoverla y su importancia radica en que define la violencia contra la mujer, así como solicita la implementación de acciones contundentes que prevengan y erradiquen en la medida de lo posible este fenómeno, además de proteger a las mujeres víctimas. De hecho, para lograr esto último se pone a disposición la Comisión Interamericana de Mujeres para consultoría, interpretación y entrega de informes nacionales

Por otro lado, en nuestro contexto nacional también existen diferentes legislaciones en la materia, sin embargo, considero que la más significativa es la Ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia promulgada en 2007 por dos razones.

La primera porque señala y define las diversas modalidades de la violencia contra la mujer, así como distribuye las competencias en materia de prevención, atención, sanción y erradicación de este fenómeno a través de las diferentes secretarías de Estado. La segunda porque establece las bases de coordinación entre los tres órdenes de gobierno a través del Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres.

En suma, debemos reconocer los esfuerzos nacionales e internacionales que se han traducido en instrumentos jurídicos que son la columna vertebral de todas las acciones encaminadas a combatir todas y cada una de las violencias contra la mujer, a pesar de que no se obtengan los resultados necesarios.

En este sentido, me parece que no solo se debe empoderar económica, política y socialmente a las mujeres, sino que también se debe trabajar con el otro lado de la moneda. Dicho en otras palabras, de poco sirve el empoderamiento de la mujer si los hombres siguen con una ideología machista, patriarcal y feminicida.

Para finalizar, creo firmemente en que los hombres debemos estar abiertos a las críticas constructivas y que sean las mujeres las que ocupen las posiciones de todo tipo de liderazgo social para formular las mejores estrategias encaminadas al respeto hacia su persona.

¿Y usted qué opina?

Fuente: ONU Mujeres México

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