
La República de las letras.
Ser mujer es un peligro en México, y Puebla se ha convertido en un infierno para las mujeres. De 2017 a la fecha se han llevado a cabo 152 feminicidios en el Estado. El feminicidio es la muestra extrema de la violencia contra la mujer, pero no la única, ya que la mujer sufre un sinfín de violencia en otras latitudes; sufre violencia en casa, en la calle, en la escuela, en el noviazgo, en el trabajo y en todos los sitios donde pone una pisada o una mirada.
La mujer es históricamente un ser violentado, transgredido y relegado; se le ha impuesto un rol pasivo en la sociedad y se ha normalizado la violencia que se le ejerce. En casa se le violenta cuando es relegada a realizar únicamente actividades domésticas, como si fuera una carga que le ha impuesto la naturaleza. En la calle se le violenta con miradas lascivas, piropos y acercamientos físicos no consentidos. En la escuela se le violenta cuando es ejemplo de debilidad o cobardía. En el noviazgo se le violenta con el lenguaje o el sexo contra su voluntad. En el trabajo gana menos o tiene responsabilidades asistenciales. En fin, la violencia es parte de su pasado y su presente, la lleva en la piel como una condena.
Pero este infierno en el que viven las mujeres tiene sus demonios, y los demonios son los padres que las educan para obedecer y agachar la mirada, los demonios son los novios que pasan por sus vidas convenciéndolas de que no valen nada, los demonios son los hombres que las acosan, los que las empujan, los que las tocan sin su consentimiento, los que las mandan callar, los que las golpean para ahuyentar su libertad; porque al fin y al cabo, como decía Eduardo Galeano “El miedo de la mujer a la violencia del hombre, es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo”.
En fin, los demonios son aquellos que las matan. Los que dicen que no pasa nada. Los que dicen que ellas tienen la culpa de su propia desgracia. Los que ven en la violencia contra la mujer, una forma de revivir la potencia masculina perdida como señala Rita Segato. Porque, aunque los hombres también son asesinados y sufren violencia, la causa nunca es por ser hombres, sino por otras razones; sin embargo, la mujer sufre muerte y sangre solo por ser mujer, solo por tener una vagina. Porque los vicios en las mujeres, son virtudes en los hombres.
Ya será tiempo de apagar este infierno, ya será tiempo de la mujer sin miedo, de la mujer educada, de la mujer libre y liberada; será tiempo de la lucha compartida codo a codo y boca a boca, porque como lo menciona Marta Lamas, la igualdad no solo es una lucha de mujeres. Ya será tiempo de que los hombres exorcicemos nuestros demonios y de que la mujer conquiste el espacio público y privado que le corresponde, que conquiste el respeto en las calles y en la intimidad de su cuerpo. Ya será tiempo de construir un lugar compartido donde hombres y mujeres nos miremos fijamente a los ojos y descubramos de una vez y para siempre, que juntos y solo juntos somos invencibles.