Hace unos días el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo (cito textualmente):
“Estoy, ahora, trabajando sobre un índice para medir bienestar”.
Algo que fácilmente puede prestarse a mal interpretaciones de la población en las que destacan supuestos de que servirá como sustituto de la medición del Producto Interno Bruto (PIB) el cual, actualmente, tiene una variación de -1.6% respecto al trimestre anterior y una variación de -2.4% respecto al mismo trimestre pero del año pasado.
Los artículos que emanan rápidamente se vieron difundidos entre los medios digitales donde retomando nuevamente a la población, esta dejaba comentarios en contraposición al presidente, muchas veces infundados, sin embargo, lo que llamó mi atención especialmente, fueron los comentarios dirigidos al “índice para medir bienestar”. Rápidamente mi curiosidad me llevó a adentrarme más en redes sociales qué era lo que pensaba la gente. Me di cuenta de que no era nada nuevo, los mismos absurdos comentarios de odio, comentarios de malos y buenos deseos entre personas para el presidente, lo que parecen bots, y demás. Inmediatamente me pregunté ¿cómo es posible que la población cite el querer ser tan buenos como “x” o “y” país?
Recordé que cuando cursaba mi educación media superior, alguna vez por una tarea de una materia me encontré con la sorpresa de que países de primer mundo como Suecia invierten en el bienestar de las personas. Lo cual me llevó a cuestionarme (dirigiendo mi pensamiento a la clase obrera): exigimos ciertas oportunidades en ámbitos empresariales y conductas de trabajo como lo hacen en grandes empresas del extranjero; como empleados o colaboradores, queremos horarios justos, buenas pagas, etc., ¿puede ser esta una oportunidad para lograrlo? Pero para poder llegar a esta pregunta necesitaba una referencia de lo que realmente quería decir el presidente con respecto a la medición de la felicidad que podría estar mal interpretada por los ciudadanos.
Para mi sorpresa, el economista subgobernador del banco de México, Jonathan Heath, en su cuenta personal de Twitter publicó un hilo.
En este hilo destaca a la Comisión Sobre la Medición del Desempeño Económico y el Progreso Social (Comisión Stiglitz-Sen-Fitoussi) de quienes se sabe: Joseph Stigiltz, premio Nobel en Economía 2001, Amartya Sen, premio Nobel en Economía 1998 y Jean Paul Fitoussi, Líder intelectual del Neón-keynesianismo; seguí los pasos y me adentre en la página del INEGI donde encontré, bajo el título de “Bienestar subjetivo – BIARE Piloto” toda la información referente a los Tweets de Jonathan Heath.
El INEGI aquí nos hablan sobre dos tipos de bienestar, objetivo y el subjetivo, donde:
“El bienestar objetivo centra su atención en satisfactores materiales de la existencia social, cuya suficiencia es determinada por un experto o grupo de expertos para permitir el ejercicio de capacidades de individuos y poblaciones. Bienestar subjetivo hace referencia a experiencias de vida en primera persona. Si el propósito del desarrollo es hacer que las personas vivan mejor, es entonces imprescindible considerar cómo ellas están experimentando su vida. Sin el testimonio vivencial de los individuos, la identificación de su bienestar quedaría incompleta.” (INEGI)
Pero me seguía cuestionando diferentes cosas relacionadas a lo que al principio me llenaba de preguntas.
En un enlace compartido por el INEGI bajo el título de “SE REVISA LA MEDICIÓN DE LOS RESULTADOS ECONÓMICOS Y EL PROGRESO SOCIAL” (el cual viene en inglés) por los autores ya antes mencionados (Joseph Stiglitz, Amartya Sen y Jean-Paul Fitoussi) de 64 páginas, me quité algunas preguntas.
En el punto 8 nos menciona que: “Las políticas deben tener como objetivo el aumento del bienestar de la sociedad, no el PIB. Las opciones entre la promoción del PIB y la protección del medio ambiente pueden ser falsas, una vez que la degradación del medio ambiente se incluye adecuadamente en nuestra medición de los resultados económicos.”
También, más adelante en “I-1 Measuring Economic Performance”, específicamente en los puntos 13 y 14, nos habla sobre que es común monitorear el desempeño de empresas, países o individuos, orientando a la sociedad al rendimiento, esperando resultados de gerentes, trabajadores y políticos, basándose en métricas y diciendo que lo que medimos afecta lo que hacemos. A los políticos se les pide que guíen las acciones colectivas, se les pide aumentar el PIB y que presten atención a los aspectos de la calidad de vida (desde justicia social y comodidades urbanas hasta el ruido, aire, y aguas contaminadas) pareciendo contradictorio, pues perseguir los objetivos sociales parece ir en contra de la búsqueda de los objetivos económicos aunque no necesariamente es así.
A primera instancia y dentro de comentarios públicos en redes sociales se apreciaría, entonces, que implementar este indicador sustituirá al PIB, siendo falso pues el INEGI da a entender que es esencial la gestión de la contabilidad macroeconómica (es esencial el PIB), además de que el presidente Obrador dijo que era un índice alternativo al PIB. No está de más destacar que implementar el bienestar social mejorará la medición de la producción de la economía (a pesar de no ser su principal fin).
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