Opinión

Después de año y medio de gobierno: ¿”La mejor política exterior es la interior”?

Por Ana Isela Hernández Severiano

En el segundo debate para la elección presidencial en 2017, Andrés Manuel López Obrador, entonces candidato, dejó en claro cuál era su visión respecto a la acción exterior de México si era electo presidente. A casi año y medio de que esto se hiciera realidad lo cierto es que ha mantenido el enfoque, pero ¿su estrategia ha sido acertada? Revisemos.

AMLO apela al artículo 80 sección 10 de la Constitución mexicana, con ideas juaristas, ya que como se sabe, el Benemérito de las Américas ha sido siempre su ejemplo a seguir respecto a la carrera política. Sin embargo, durante su gobierno AMLO se ha mantenido significativamente inactivo en la actividad internacional de México, reaccionando únicamente cuando se ha generado controversia o se ven vulnerados los intereses económicos del país, además de aquellos casos en que muestra su afinidad ideológica.

Si volteamos a ver a las distintas regiones del mundo, vamos a observar que son contadas las acciones que resultan relevantes, aunque, a decir verdad, bastante significativas: las renovaciones al Acuerdo Global con la Unión Europea y sobre todo la entrada en vigor de T-MEC con Estados Unidos y Canadá, que generó la única visita de Estado que hemos visto del presidente a principios de julio, demostrando que su discurso bastante retador hacia Donald Trump se ha suavizado.

Hacia el sur del continente la actividad es aún más limitada. La Alianza del Pacífico que ha sido uno de los mecanismos más importantes de cooperación para México ha pasado casi desapercibida, y ni hablar de sus lazos con el MERCOSUR. Aunado a esto, acciones como sus posturas respecto la situación de Bolivia y Venezuela, el recibimiento de los dirigentes de ambas naciones (aunque en distintos contextos) le ha costado ir en contra de organismos como la Organización de Estados Americanos o el Grupo de Lima. Las relaciones con China no han florecido en vista de las regulaciones impuestas por el T-MEC, y África definitivamente no se lleva el foco de atención para el gobierno que al interior abandera la 4T, en donde aparentemente la Cooperación Internacional para el Desarrollo hace constante acto de presencia.

México también ha sido señalado internacionalmente por la mala gestión de la pandemia por COVID-19 y su reactivación prematura de la actividad económica. Si bien, Gatell ha sido llamado a la OMS y México ya se encuentra dentro de los países que han solicitado su ingreso al COVAX Facility, mecanismo de la organización para tener acceso prioritario a una posible vacuna, todavía hay temas internos sobre la mesa como la reforma a la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público, que le daría la facultad al gobierno de la república para adquirir de manera más sencilla y directa medicamentos o insumos médicos a través de las organizaciones internacionales sin una licitación, que para algunos representa un riesgo de corrupción al no tener la facultad de auditarlas posteriormente. No mencionemos las cifras de contagios y decesos relacionadas con el virus.

¿Qué podemos rescatar entonces del sexenio? Dos elementos: el liderazgo en los organismos internacionales y Marcelo Ebrard. El titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores recibió de manera literal el peso completo de la acción exterior de México al inicio del sexenio y su tarea en términos generales ha sido que el nivel su actividad al exterior sea inversamente proporcional a la de su Jefe de Estado. Ebrard ha representado a todo el país en foros tan importantes como la Asamblea General de la ONU, la cumbre del G20, o realizando visitas para el fortalecimiento de relaciones bilaterales (y organizando otras como la de AMLO a Washington). Esto le ha traído gran aceptación pública al funcionario.

Sobre la organización internacional, la nominación de Jesús Seade, Subsecretario de la Secretaría de Relaciones Exteriores para América del Norte, para convertirse en el próximo Secretario General de la Organización Mundial del Comercio OMC trae al reflector nuevamente a personajes como José Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos OCDE, Alicia Bárcena, secretaria de la Comisión Económica para América Latina CEPAL, Alejandro Werner, director del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional FMI o Agustín Carstens, director general del Banco de Pagos Internacionales (BIS), mexicanos y mexicanas líderes que posicionan al país en un lugar ventajoso dentro del sistema internacional actual.

Con la membresía obtenida por México en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para el periodo 2021-2022 se abre una plataforma más, llena de retos y oportunidades. México tendrá ahora la participación en la sala más importante de la diplomacia a nivel mundial y tendrá que hablar también por los intereses de América Latina en temas vigentes como la democracia o el desarrollo nuclear, así que la habilidad propositiva y la capacidad de negociación tendrán que ser brillantes para un país al que en medio de una pandemia le conviene generar una impresión de carácter sólido, adquirir el visto bueno internacional que le facilite ser beneficiario en diversos aspectos y jugador importante en la toma de decisiones.

Lo cierto es que Ebrard ha hecho un trabajo digno de reconocimiento, pero México necesita una estrategia de política exterior que permita definir cuál es rumbo que la nación ha de tomar, y no ir esquivando proyectiles conforme los retos mundiales se acrecientan. El contenido del artículo 80 se reduce a principios y no una estrategia per se.

AMLO nunca se ha caracterizado por ser partidario del liberalismo económico ni de las normas que regulan el mundo globalizado, constantemente critica la dinámica de organizaciones con las que él poco empatiza e incluso lo hemos visto desestimar la movilidad con fines académicos, pero es preciso revisar que para hacer una gran política interior necesitamos recursos que sólo la exterior nos brinda. El manejo de la pandemia y el papel en el Consejo de Seguridad son puntos de evaluación clave y retos para México durante el próximo año. Aislarnos como nación, en las condiciones del país, definitivamente no es la opción idónea.

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