De vender limones y tenis a presidir al Puebla; el empresario que reconstruyó a un club ‘maldito’
Manuel Jiménez arribó a finales de 2017 al club en medio de profundos problemas deportivos y legales para empezar a cimentar las bases del actual éxito.
En diciembre de 2017, cuando el Club Puebla transitaba por un problemático momento en el que Ricardo Henaine presumía tener los derechos del nombre, mote y hasta el logo de la institución tras múltiples batallas legales con la familia López Chargoy, un grupo de empresarios poblanos, encabezado por Manuel Jiménez, apareció para darle un nuevo rumbo a la institución en lo que lucía como un arriesgado proyecto pero y hoy ya da resultados.
El seguidor de la Franja se había acostumbrado a ver a un club desgajado, envuelto en problemas legales, económicos y de pobres resultados, e inclusive había lamentado un par de descensos en el Verano 1999 y Clausura 2005, lo que obligaba a una reconstrucción desde los cimientos para que volvieran las alegrías, algo que empezaron a hacer Jiménez y el resto de los socios, gente con un cariño incuestionable al club, que se haría de los derechos tras negociar con TV Azteca, y que recuperaría el cariño de su afición y respeto del rival.
Jiménez, el que idolatró al Mortero, Ramalho y Poblete
Cuando era niño, Manuel, originario de la localidad de Atlixco, tenía como idea llegar a ser un jugador profesional del Puebla, aunque los azares de la vida lo llevaron por un camino distinto, ya que en vez de seguir corriendo por las canchas debió dedicarse al comercio de ropa para tratar de sostener su vida y la de sus hermanos Domingo, Juan y Marco.
“Desgraciadamente mi madre muere muy joven, yo jugaba futbol, jugaba bastante bien, mi anhelo era vestir los colores de mi amado Puebla, aunque no pude lograrlo y me dediqué a trabajar a pequeña edad. Tuve una parábola muy interesante en la cual no llegué como jugador, pero llegué a presidir esta institución”, comentó en entrevista con Mediotiempo.
Con 16 años cumplidos, ese pequeño que solía colocar un puesto de Gansitos y limones a las afueras de su casa, y que incluso cargaba bolsas en el tianguis para “hacerse de unos pesos”, debió entrar a una etapa productiva, decisión que encaminaría su vida.
Orillado por las circunstancias, comenzó a vender ropa en la BUAP y probó en un tianguis hasta que apuntó a la venta de tenis, lo que sería el banderazo de salida de su etapa empresarial. Consiguió seis pares prestados y de ahí hasta ser ahora la cabeza de la cadena MisterTennis.
“Al terminar la carrera, acababa una importante, pero un mercado como eran compañeras, compañeros, personal administrativo de la universidad no podía seguir vendiéndoles, así es que fui a la Ciudad de México a que me fiaran esos seis pares de tenis que dieron origen a una gran cadena de 170 tiendas en 23 estados del país”, señaló.
En ese punto ya solo quedaba ver desde la grada la poderosa pierna del Jorge “El Mortero” Aravena, la creatividad de Muricy Ramalho y la genialidad de Carlos “El Búfalo Poblete”, jugadorazos a los que siempre idolatró, aunque tal vez un poco menos que a Fernando Bustos, la exquisita leyenda de Cruz Azul.
Puebla llegó por su amistad con Ricardo Salinas
Ese crecimiento empresarial le ayudó a acercarse a gente poderosa en la vida nacional, siendo uno de ellos Ricardo Salinas Pliego, quien le abriría la puerta para invertir en La Franja, acompañado por Manolo Ruiz, de Laboratorios Ruiz, y Héctor Álvarez, de Farmatodo.
Fue consejero del dueño de TV Azteca sin imaginar que con el tiempo le abriría la llave para llegar a una institución en la que siempre soñó con estar, de la que hoy es socio mayoritario, y a la cual promete poner ese ímpetu y pasión que lo llevó de ser un pequeño vendedor hasta un fuerte empresario.
