Hace unos días escuchamos en medios de comunicación la noticia sobre la declaración de la presidenta municipal de Puebla, en la cual, ella denunciaba ante el Instituto Electoral del Estado que está siendo víctima de violencia política de género por parte del gobernador Miguel Barbosa, dicha declaración por parte de la presidenta generó diversas opiniones, unos cuantos están a favor de su declaración, unos más, difieren de la misma.
En primer lugar, debemos saber que la violencia política contra las mujeres, según la Organización de los Estados Americanos (OEA), es “cualquier acción, conducta u omisión, realizada de forma directa o a través de terceros que, basada en su género, cause daño o sufrimiento a una o a varias mujeres, y que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de sus derechos políticos”.
Sin embargo, e independientemente de las opiniones que la declaración de la presidenta municipal generó, hay algo que es cierto, y es que, a pesar de todos los avances que se han obtenido sobre igualdad de género en diversos ámbitos, hay uno en el que aún, la violencia de género no ha podido erradicarse del todo. Y es que este tipo de violencia política, lamentablemente sigue siendo uno de los principales obstáculos para el ejercicio de los derechos políticos de las mujeres. El aumento de su participación y representación política ha estado acompañado por un incremento de la violencia en su contra. Prueba de ello, es un estudio que realizó el Centro de Análisis, Formación e Iniciativa Social (Cafis) en 2019, en el cual los resultados arrojaron que un 62% de las mujeres candidatas a diputadas federales habían sido violentadas.
Cabe destacar que la violencia política contra las mujeres al menos en nuestro país, se da de diversas maneras, los más relevantes y que ejercen principalmente este tipo de violencia son, según esta encuesta ya mencionada, los medios de comunicación principalmente, los propios partidos políticos, la ciudadanía, los contrincantes, por otros partidos y funcionarios públicos.
Pero la violencia política contra la mujer no se reduce a solo lo anteriormente expuesto, este tipo de violencia también incluye la difamación, acosos u hostigamientos, extorsiones, chantajes, amenazas y en el caso más grave, asesinato a estas mujeres que forman parte de este medio.
Se han hecho diversas propuestas, protocolos y hasta recomendaciones a los partidos políticos, destaca la creación del Protocolo para la atención de la violencia política contra las mujeres en razón de género, así como también los partidos políticos han recibido capacitaciones sobre perspectivas de género, la inclusión de mujeres en los partidos, en los comicios, el incluir a las mujeres en campañas políticas, sin embargo, todo esto no ha sido suficiente, es necesario que se atiendan estas demandas que son preocupantes y que de igual manera vulneran los derechos de las mujeres que pertenecen a este sector, es necesario que exista un verdadero compromiso de todos los sectores para que finalmente se logre garantizar el libre ejercicio de los derechos político-electorales para la mujer. Es evidente que esta violencia ha quedado rezagada, no ha tenido una visibilización que permita ser conscientes de la gravedad de este tipo de violencia. Las organizaciones, instituciones y colectivos deben continuar trabajando para que la violencia política comience a erradicarse, porque finalmente en cualquiera de sus modalidades, la violencia, no deja de ser un tema que debe preocuparnos y ocuparnos a todos y cada uno de nosotros.
