Opinión

Biden ¿esperanza para el multilateralismo?

Por Ana Isela Hernández Severiano.

Después de meses de espera y controversia, la jornada electoral en Estados Unidos
(EEUU) se llevó a cabo el pasado 3 de noviembre de 2020. La proyección de
resultados se extendió durante días sin arrojar un dato oficial, hasta que finalmente
Joe Biden obtuvo los 270 votos electorales necesarios para asumir la victoria. Todo
indica que el demócrata se convertirá en el 46º presidente de los Estados Unidos de
América, sin embargo, no debemos olvidar que aún faltan procesos pendientes en el
sistema estadounidense, como la ratificación por parte del Colegio Electoral el 14 de
diciembre próximo, por lo que tendremos certeza de este hecho hasta principios de
enero.

Mientras tanto, las incógnitas ya se hacen presentes en nuestro complejo
sistema internacional. Desde su campaña, el proyecto de Biden se vislumbró como
un retorno a una dinámica totalmente contraria a la que Donald Trump ha manejado
durante su periodo presidencial, con ideas y estrategias muy similares a las de
Obama.

Al interior, Biden se posicionó como el vocero de las minorías, apoyando
movimientos con grupos migrantes o el Black Lives Matter. Al exterior, el demócrata
se convirtió en una esperanza para el orden liberal actual, regido por el
multilateralismo, las instituciones y la cooperación internacional, orden que se ha
visto socavado por el controversial gobierno de Trump desde 2017; Biden ha
expresado abiertamente su empatía con el libre comercio, con las acciones contra el
cambio climático y con el respeto a los Derechos Humanos.

Con lo anterior no fue una sorpresa que los mandatarios en todo el mundo
emitieran su reconocimiento a la victoria de Biden instantáneamente.

Personalidades como Emmanuel Macron, presidente francés, y Angela Merkel,
Canciller alemana, en la Unión Europea (con la que Donald Trump comenzó una
batalla arancelaria); Justin Trudeau, Primer Ministro de Canadá (con quien el actual
presidente de EEUU ha tenido múltiples fricciones en el G7 o en relación al T-MEC)
en América del Norte, o incluso Nicolas Maduro, presidente de Venezuela (enemigo
declarado del republicano por la injerencia estadounidense en el conflicto
venezolano y a quien Trump desconoció como mandatario), se apresuraron a emitir
comunicados felicitando al demócrata electo, instando y deseando restablecer los
puentes entre naciones una vez que su mandato dé inicio. Por supuesto que este es
el resultado que estos países estaban esperando (y anhelando) por la conveniencia
en sus relaciones de interdependencia con EEUU.

Recordemos que lo anterior es importante ya que el reconocimiento
internacional es de enorme peso para la legitimidad de un gobierno. Ante una
controversia por posible fraude, este reconocimiento incluso ayudaría a la parte
acreedora del mismo a catapultarse como el vencedor. Esta no es una posibilidad
remota en el caso de EEUU, ya que desde que se anunció el resultado, Trump no
ha desistido en señalar que todo se trata de una jornada fraudulenta.

Algo que observamos en esta jornada electoral es que las realidades en
EEUU son distintas a lo que se aprecia. Pese al mediático movimiento en favor de
Joe Biden por parte de personalidades del medio político y artístico, entre otros, el
resultado de la elección fue reñido. Hasta antes del 3 de noviembre quizá muchos
aseguraban que Biden ganaría por una notoria diferencia, pero lo cierto es que las
élites conservadoras y el sector empresarial que se han visto beneficiados por las
políticas del republicano, son un fuerte contrapeso de apoyo en favor de Trump,
sumado al porcentaje de personas que coincide con sus ideales aunque no siempre
lo exprese en público.

La pregunta es ¿realmente Biden será ese milagro que el sistema espera? El
panorama no es el mismo que hace cuatro años. El proteccionismo de Trump y sus
controversiales decisiones pusieron al mundo en jaque y le obligaron a buscar o
construir alternativas de supervivencia al no contar con el apoyo de la principal
potencia económica. Veamos el caso de la Unión Europea. Aunque Biden retornara
a la cercanía que se tuvo en periodos como el de Obama, los europeos no están en
las mismas condiciones; han optado por una política exterior más independiente y
por el fortalecimiento de una Europa soberana, por lo que difícilmente cederá tan
fácil esta vez sin obtener un buen intercambio de beneficios. Europa busca a partir
de ahora ser un actor de peso en las relaciones internacionales, y la presión de
Trump no fue sino el empujón que necesitaba.

Para nuestro país la cosa no pinta tan mal. Ha sido evidente que la política
exterior de México en el periodo presidencial de Andrés Manuel López Obrador ha
estado supeditada a las imposiciones estadounidenses, pese a que en el discurso
esto se niegue. ¿Debemos mencionar a todas las unidades de la Guardia Nacional
en la frontera norte o las acciones ante las caravanas migrantes en 2018?
Hasta ahora, AMLO se ha negado a emitir un reconocimiento al triunfo de
Biden, asegurando que tiene buena relación tanto con el demócrata como su
contrincante, Trump. Apelando al principio de no intervención en asuntos extranjeros
esto parece correcto, considerando que el resultado no se ha hecho oficial, sin
embargo, es una acción peligrosa ante un inminente riesgo de rezago; esto sería un
desacierto ya que emitirá un mensaje diplomático claro y no tan amistoso por parte
de México que podría tener consecuencias de llegar efectivamente Biden a la Casa
Blanca en enero. La nueva administración en EEUU puede representar para México
importantes oportunidades de restablecer elementos de una diplomacia multinivel
que caracteriza a las relaciones México-EEUU y que en los últimos años se ha
debilitado; este fortalecimiento es clave en un momento como este, que resulta ser
el primer año de la entrada en vigor del nuevo T-MEC.

Diversos países, la ONU, los Derechos Humanos o el Cambio Climático, han
aprendido a sobrevivir sin el respaldo estadounidense en los últimos años, pero la
dependencia con la potencia norteamericana es fuerte en demasía como para
considerar una ruptura total en cualquier de esos ámbitos.
¿EEUU retomará su liderazgo y hegemonía mundial, o el efecto Trump ha traído
daños irreversibles? El análisis continúa.

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