Cultura

Artesanos de Tochimilco y Huaquechula son Tesoros Humanos Vivos de Puebla.

Las riquezas culturales de Puebla cada vez son más notorios.

Por ser en sí mismos poseedores y transmisores del patrimonio cultural inmaterial en el campo de los altares tradicionales de Huaquechula, y las danzas y bordados tradicionales de Tochimilco, los artesanos Raymundo Pérez Mendoza y Hilario Gregorio Pinzón Flores, respectivamente, fueron reconocidos como Tesoros Humanos Vivos de Puebla.

En un acto celebrado en Tochimilco, los artesanos poblanos recibieron este galardón que entrega la Secretaría de Cultura (SC) de Puebla en colaboración con el gobierno federal, a través del Programa de Apoyos a la Cultura en su vertiente AIEC.

La convocatoria Tesoros Humanos Vivos es un estímulo a los portadores del patrimonio cultural inmaterial que son reconocidos como tesoros humanos, valorando de manera pública su aporte, su continuidad y vigencia del patrimonio, la transmisión de sus saberes y el favorecer la salvaguarda.

Con la presencia de Aurelio Francisco Tapia Dávila y Raúl Marín Espinosa, presidentes municipales de Tochimilco y de Huaquechula, respectivamente, Daniela Calderón Porter, directora de Patrimonio cultural de la SC destacó que los artesanos son un referente de la identidad y de su comunidad. “Son dos personas que organizaron acciones para revitalizar y transmitir sus legado, sus usos y expresiones, y conocimientos”. Con ello, acotó, las danzas y textiles, y los procesos artesanales se mantienen vigentes y forman parte importante de sus comunidades.

En su caso, Raymundo Pérez, nacido el 23 de enero 1945 en Huaquechula, es un artesano reconocido por su trabajo en la fabricación de objetos de los altares tradicionales, también reconocidos como Patrimonio cultural inmaterial en el estado.

Desde joven 1962, aprendió el oficio de la cera escamada, las cuales son utilizadas en el recibimiento de las alamas, siendo Celestino Salamanca su maestro.

Es también un productor regional de estas luminarias que dejan ver su creación, además de que un artesano altarero, es decir, de aquellos que construyen los altares que son de primera ofrenda, algo que aprendió de su padre y luego lo perfeccionó de la mano de su suegro. Esa “maestría que da la experiencia, la comparte a sus hijos y a otros jóvenes”.

Pérez también es productor de piezas de hoja de lata, un oficio aprendido en el seno familiar, para ayudar a su padre. Desde hace 40 años realiza elementos indispensables para las ofrendas, como linternas, candeleros y sellos para chocolate, siendo el único a nivel nacional en realizarlos, además de carritos y faroles, y lo que su imaginación le dé.

El artesano huaquechulense se ha preocupado por mantener vivo los procesos, por lo que ha dado diversos cursos y talleres para promover el desarrollo y las habilidades en niños y adultos, enseñando además el contexto cultural de los objetos creados en comunidad.

Ha sido además representante en foros nacionales, en donde ha sido reconocido su ímpetu en salvaguardar los procesos artesanales en su forma de compartir conocimientos.

Mientras que Hilario Gregorio Pinzón Flores, nacido el 28 febrero de 1949 en la Magdalena Yancuitlalpan, en Tochimilco, fue reconocido por su amplio conocimiento en las tradiciones, siendo pieza fundamental en el rescate danzas tradicionales y la promoción del bordado a nivel regional.

Formó parte de las danzas locales, siendo testigo de cómo poco a poco cayeron en desuso por la migración, la economía y la introducción de nuevas doctrinas diferentes a la católica.

Por tanto, movido por la conservación se adentró en las actividades culturales para salvaguardar las tradiciones; destacó su participación en el Huey Atlixcáyotl de 1968 a 2000, donde busco a danzantes para que participarán en él.

Promovió la recuperación de varias danzas originarias de la propia Magdalena Yancuitlalpan como la boda indígena, las pastoras y los arcos. Por esa labor, fue reconocido por el patronato del Festival Huey Atlixcáyotl.

En el ámbito textil, Hilario Gregorio Pinzón con 18 años le interesó mantener vigente la tradición de las bordadoras como lo era su madre, confeccionando los trajes diarios y lo de los danzantes. Así, promocionó estas prendas para su venta a nivel nacional, lo que conllevó a renovar la actividad de las bordadoras.

Por su labor incansable de don Hilario ha sido vocal de costumbres y tradiciones en su natal Tochimilco. Ahora, es reconocido por su ímpetu en salvaguardar los procesos artesanales textiles y las danzas comunitarias tradicionales.

 

La Jornada de Oriente

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